jueves, 28 de mayo de 2020

Fátima Vélez Giraldo



Nació en Manizales en 1985. 

 Estudió literatura en la Universidad de los Andes en Bogotá. Hizo la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Colombia y la maestría de Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York. Ha trabajado como profesora de literatura y como gestora cultural. Fue fundadora de la residencia para artistas Residencia en la Tierra. Sus cuentos, poemas y ensayos han sido publicados en diferentes blogs literarios y antologías. En 2015 la Universidad Externado de Colombia publicó su libro “Casa Paterna”, una selección de poemas de cuatro libros inéditos: “Orillas”, “Diario del refugio”, “Diseño de interiores” y “Del porno y las babosas”, este último, en colaboración con la artista Powerpaola, publicado en 2016 por la editorial brasileña independiente DEEP. Hizo su doctorado en estudios culturales hispanoamericanos en CUNY (City University of New York). 

  Obras:
Del porno y las babosas. Deep. 2016. 
Casa Paterna. El Externado. 2015. 
• Diseño de Interiores” 

Reconocimientos, premios y menciones:

• Su libro de poesía “Diseño de Interiores” ganó el concurso Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá 2015. pero el jurado del concurso, convocado por el Instituto Distrital de las Artes de Bogotá, por un desarreglo burocrático mínimo -la falta de una firma en un formulario-, desconoció la adjudicación. 

El poema que sigue fue tomado entre los que el portal literario colombiano Literariedad (http://literariedad.co/) publicó a propósito de estos hechos:

 Después de todo



tus ojos

piedras azules
no
aguja enterrada
sobre la piel
del color azul

y yo

muro con pájaro atacado
por niños sedientos
de impotencia animal

me cuentas la historia
-tú y tus historias-
de los asesinos
de la Segunda Guerra Mundial
que eran pocos
dices
los elegidos
dices
perdían el dedo índice de tanto disparar
el dedo no soporta el peso
-¿del arma o de la culpa?-
va dejándose caer
dejándose no
el dedo no se deja caer
el dedo cae
la pregunta es
a quién le duele más
¿al dedo o al cuerpo?

a mí

no te creo
dices
insisto
estoy a punto de perder algo
será el peso de tu culpa
será
que me estás perdiendo

eres una basura
dices
y estrellas las palabras
contra la silla de madera
que compraste
en el mercado de las pulgas

me pregunto si la muerte tendrá un sonido
si podrá condensarse en objeto
y venderse en el mercado
de las pulgas
el lugar
de donde sacas
los objetos que acumulas
con los que tropiezas tu rabia
hasta hacer sonar
la muerte que hay en ellos

sobre el calor que dejan tus palabras
lágrimas
sobre las lágrimas
no llores
sobre el no llores
esto no vale nada para mí
nunca ha valido nada
no podrás
eres débil

soy débil
y he dejado libre su lado más feroz
este es mi hombre
de metales y fuego

entonces
por eso la textura
violencia contenida hasta el vidrio
tan frágil
ante cualquier descuido
cualquier muestra de desamor

cuando nuestras manos se unieron
sobre la llama de una vela
creímos en la fuerza del roce



no había inquietud que no pudiera resolverse en la mirada, al amanecer

decías amarillo y los guayacanes florecían por segunda vez, libres de

culpa, no temblábamos por una razón distinta a la cafeína, el orden

resultaba una criatura soberbia que uno no podía dejar de mirar a los ojos



quién iba a pensar que había aire
para incubar los huevos del hastío
cómo imaginar que estaba
desplegando raíces
ganando terreno
haciendo pactos secretos con
nuestro lado oscuro
hasta convertirnos en este tipo de parejas
que hacen que me sorprenda
la gente que se quiere de verdad

yo no te imaginaba
pidiéndome de vuelta lo que me diste con amor
la ruana
la silla que tejiste
y la foto que me regalaste de ti
a los 18
en la cima de la montaña
la sonrisa de viajero
y una nube atravesándote los brazos
haciéndote ángel
augurándote
que sólo te tendrías a ti
para protegerte de ti mismo

no quiero estar más contigo
dices
mi cuerpo está enfermo de ti
no lograrás nada
you’re bullshit
bullshit

empezaré un poema así
digo
un poema en el que hablaré sobre
basura
dices que te malinterpreto
que altero tus palabras
es que
lindo
las palabras nunca son como las dices
son como saben en el paladar
y la palabra basura
uno la pronuncia
y los lixiviados
salen
mira
¿ves el líquido?
toma un poco
como antes
tomabas de mi orgasmo

perdidos uno a uno los dedos
no queda nada por traspasar
y aún así mañana
habrá otro día

en la calle
al calor de la huida
las palabras
retumban
se arrinconan
listas
para una hoguera
las hago crujir
como el silencio nunca supo hacerlo
por más animal revolcándose en su quietud
por más disparo despejando el aire de la noche





Sótano



que quieres quitar de ahí

las telarañas

las capas de moho

inténtalo

a ver si no aparece de pronto la olla

con el arroz pegado

los guantes amarillos

que protegen

del jabón quitagrasa que te agrieta la piel

y en el silencio

de quien lava platos y olvida poner música

el poema se tararea solo

como si tuviera pies

y quisiera hacer de ti un salto

es

no cabe duda

ese que dice

que se llegó al final de la carrera

y el premio es otra carrera



y si el premio es una pared

y si el premio es mugre coagulado en un sifón

y si todo fondo no es más que horas percudidas en la cortina de baño

la sala donde la luz pega directamente en el reflejo de la infancia

donde también el tema con la luz

es cosa seria



los niños

sus deseos

su canto de sirena

que tratan de arrastrarte

a la inacción

a no ser

otra cosa

que calor atemporal





su belleza

que crece

sobre  filo

en tu garganta

raíz

que no se ve en ningún espejo

pero sabes

si no la cuidas

no la riegas

no la podas

recuerda

poner papel conciencia en las paredes

quien se ha cortado con papel sabe

lo que guarda en sus bordes el blanco






 del porno y las babosas


no hay porno capaz de igualar
el apareamiento de las babosas


una afirmación sustentada
en no tener babas suficientes
para hacerle saber al otro
a los otros
las ganas que tenemos de que nos muerdan una oreja
que nos metan la punta de la lengua
en orificios donde no cabría
ni el más extraviado de los hongos

las babosas en cambio
ah, las babosas
sus falos
translúcidos nórdicos azules
aprietan retuercen
giran blandos fecundos
saboreándose como la luz en el color
se lanzan al vacío
en un salto tal vez mortal
tal vez amortiguado
por los ángeles protectores
del porno y las babosas



Primera orilla



Alejando al cuerpo

del desprendimiento de sus partes

no pudimos evitar que la marea descendiera

y allí

un hombre tendido

abierto

fragmentado

como todo aquello que intentábamos salvar.

Acercamos la mirada

La limpiamos para confirmar que no fuera otra de sus manchas

-cuerpo de hombre confirmamos-

y entonces abrió su voz

abrió su voz y dijo:

“eso que otros han llamado abismo

es lo que yo llamo tierra adentro”



Y si la tierra tembló mientras él me miraba

no fue porque en su cuerpo resucitaran mis raíces

fue porque de nuevo los cielos eran fértiles

y podíamos sembrar jardines que se ondulaban en la nada

porque dimos vida a los mares que crecieron entre peces

porque el cuerpo se mantuvo firme

y fue evidencia

revelación

de que entonces no era la tierra la que temblaba

sino el silencio.







Promesa del día muerto



El día congela mis párpados ante la espera

pero la mañana no nos besa las manos

ni traza con firmeza sus líneas

y una luz no se instala en nosotros

con voz propia mostrándonos el camino,

y un grito no traspasa el instante del abandono

de todo lo que habita y nació muerto entre nosotros



Pues donde había corazón

sólo una piel que se resiste a tomar forma,

y la complicidad del silencio

extendió sus dominios

con raíces oscuras,

y nosotros

contemplando la lluvia

cuando ciegamente creíamos en el cielo azul de esta mañana.

  




Ojos abiertos



Sin poder distinguir si soy yo,

o es la distancia apresurando el cuerpo,

enmudeciendo los pasos que se acercan,

vigilando los rincones que no están

pero que a ti se dirigen

con esa voz de donde huyen las cosas



Yo,

o en el fondo algo que amanece

sin poder asegurar que sea el sol

o el deseo de verter mi corazón sobre todo lo que veo



Yo

o mi presencia el día en que del cuerpo estalle

para velar el sueño de una muerte anticipada.




 

 Tercera orilla



Si hemos de callar todo este tiempo

que sea para siempre.

Tú dirás que no es posible hablarme con el cielo mojado

y que ahora que empieza a inundarse

no puedes distinguir si son tuyos

o míos

los cielos que se abren,

los mares que se aproximan a la catástrofe.

Si es por eso que se te enmudecen los ojos y las manos

y andas ciego de voz

y las palabras se vuelven mariposas

que te enredan la garganta,

si es por eso,

que sea para siempre.

Yo por mi parte

puse las manos sobre una piedra oscura

sin saber que iba a morir,

que iba a ser un acto milagroso despertar

para suplicarte que no estallaras,

que no estallaras

mientras estuviera envuelta


en esa niebla que escogiste respirar.

FUENTES










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