lunes, 4 de mayo de 2020

Astrid Arboleda Hernández

Nació en Manizales, Colombia 1971. Graduada en Derecho, con diplomados en Derechos Humanos, Desarrollo Comunitario, Literatura y Poesía principalmente.


Ha publicado en diferentes revistas como: Lyrica Species, Dos Metros de Poesía, Juegos Florales, Correo de los Carrapas. Ha participado de Festivales y Encuentros Poéticos de la ciudad.
Trabaja con el Municipio de Manizales como Directora de la Casa de la Cultura de la Comuna Universitaria donde realiza y promueve procesos culturales y artísticos con juventudes.
En el 2010 obtuvo el XIX Premio Nacional de Poesía Ediciones Embalaje. Ha publicado Menguante Oxida Palabras  y Las que mecen el delirio. Textos suyos han sido publicados en antologías regionales y nacionales. Colaboradora del Colectivo Babelia en su programa radial, en donde realiza la presentación de voces de mujeres. Cofundadora del Colectivo Pedagógico y Cultural Encantapalabras con el cual realiza el Proyecto Poesía para la Paz en el departamento de Caldas, Risaralda, Boyacá dentro del marco de la Fiesta de la Poesía de Villa de Leyva; y en la ciudad de Madison, Estado de Wisconsin, U.S.A. Integrante activa de la Red Nacional de Mujeres, Nodo Caldas; creativa y facilitadora del Proyecto Mujercírculo.





POEMAS

1

Al canto ascienden
las que gritan
para adentro
las que se hacen
cigarras
en la lumbre de la noche.
Aturden sus sentidos en plena agitación:
consteladas
repentinas
mujeres de los elementos
iniciáticas del sueño



2
 Y el canto las mece
en el delirio
ardid
plena vislumbre
constante contemplación
de las infinitas que menguan.
Venus atormentadas
desde otro tiempo
en que viajarían desnudas
por su paraíso
o su laberinto.



9
 Desde la última duda nada les pertenece
y las del trance
no tranzan su dignidad ni su ofrenda;
desnudas
se enjaulan
 para liberar el ave en su canto.

  
Y cantan las cantoras
 las canoras
por momentos Eurídices
mudas contemplando el atrás;
 y las demás advenedizas
 en la tierra de nadie.




Amor en red
No quiero besos con los dedos
ni más caricias a distancia.
No quiero solo leer palabras en pantalla
ni verte simplemente en imágenes virtuales.
No, no y no. No quiero tan solo eso.
Quiero besos de verdad.
Sentir tus dedos.
Sí, caricias de tu piel cerca a la mía.
El susurro de tu voz
junto al pabellón de mis oídos.
Quiero sentir que estamos vivos y presentes.
Quiero el temblor de nuestros cuerpos.
No quiero más tecnología.
Quiero piel a piel.
Sí, quiero vida.

Silencio
No es olvido.

Es grito encapsulado.

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